El gran salto

No me refiero a la entretenida película de los hermanos Coen, todos aquellos que no ha hayáis visto ni os lo penséis si se pone a tiro, sino al día de la mudanza, tan lejano hacía poco pero acercándose cada vez más. Antes de la fecha señalada pasaron las caras asombradísimas de todos mis compañeras/os de trabajo al saber la noticia, no en vano el gallego dicen que es raza emigrante pero sólo cuando no quedan mas huevos, que lo que realmente desea todo el mundo es ser funcionario en el ayuntamiento y no moverse de su ciudad o pueblo para poder ir a comer al mediodía a casa de mamá (yo el primero, para qué negarlo). Vinieron días en tierra de nadie, a la espera y sin plantearte qué ibas a hacer o donde ibas a ir porque simplemente ya no ibas a estar allí. Despedida de los amigos, corre que te pillo en el trabajo con las prisas de última hora y es que da igual que plantees con mes y medio la lista de tareas que deben ser reasignadas, quien tenía que decidir lo dejó todo para tres días antes de mi marcha (sistema ibérico habitual) y así no hay forma. Días de empaquetado, días de limpieza largando toda la morralla que acumulas durante nueve años. La mudanza estaba prevista para el tres de agosto y un par de días antes, por un problema con el furgón de la empresa, hubo que retrasarla hasta el seis. Hala, otros tres días de sí pero no… y llegó el día seis, ocho de la mañana, el cielo llora porque nos vamos según unos y otra vez un verano de mierda con lluvia hasta en agosto según otros, un furgón grandote a la puerta de casa del que bajan tres currantes y empieza el movimiento…

En tres horas cargaron todo lo que nos llevábamos y se marcharon, se nos hizo curioso ver la casa otra vez vacía, casi sin muebles, las paredes desnudas y los armarios, habitualmente rebosantes, sin una percha colgando. Vinieron los nuevos dueños, hicimos la entrega oficial de llaves, subimos a los perros a los coches y partimos sin mirar atrás. Hay a quien le da pena este tipo de cosas, a mi ni fu ni fa, me preocupaban mucho más los 650 kms que teníamos por delante y la aventura que supone empezar desde cero, que lo que dejábamos atrás.

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