El mar es mucho mar

Estos días está haciendo un tiempo curioso. Ventolera del sur, oleaje a lo bruto pero poca lluvia, no como en Galicia que están hartos de ver llover, llover y llover y el día que asome el primer rayito de sol no se lo van a creer. Aquí llueve algún día, pero poca cosa. El pasado lunes aprovechando que era festivo nos pasamos por el Sardinero y se estaba muy bien. Había marea baja, el mar estaba tranquilo pero algunos signos dejaban bien claro que las cosas debieron ser bastante distintas con la marea alta. Pasemos al primer signo. La valla del paseo marítimo está sostenida por unos «pirulos» como éste.
Pirulo entero
Puritito cemento, pesados como losas, pero una ola con mala leche puede descabezarlos sin pensárselo dos veces. Y eso es lo que le pasó al pirulo de la derecha, que el cuerpo quedó pegado a la valla pero la cabeza en medio del paseo seis metros más allá.
Paseo y pirulo
Ahí, justo en medio, esperando que venga un despistado con el ojo pegado a la cámara de fotos para hacerle papilla la uña del dedo gordo del pie. No fue mi caso pero podría haberlo sido perfectamente.
Pirulo en el paseo
Tampoco es que el sistema de fijación entre cabeza y cuerpo del pirulo sea como para echar cohetes, una varilla de hierro, un poquito de cemento y va que chuta.
Medio pirulo
Un poco más adelante, junto al Hotel Chiqui, estaba el segundo signo del oleaje. En esta foto de una entrada anterior ya vemos cómo se las gasta el mar en esta esquinita de Santander. Pues se las debió gastar aún un poquito más gordas cuando se ha llevado por delante el tramo de barandilla en el que pega la ola.
Ola frente al Chiqui
Aquí lo tenéis, un tramo de unos cinco metros ha desaparecido junto con una de las piedras del bordillo.
Sin valla frente al Chiqui I
Foto desde un ángulo, foto desde el otro…
Sin valla frente al Chiqui II
…y foto al pirulo para comprobar cómo había cedido el soporte de la barandilla, roto por la acción del óxido y la fuerza de las olas.
Soporte de la valla roto
Qué bonitas las cintas de la policía local. Hechas un gurruño, el aire las movía aquí y allá, subían, bajaban, se tensaban y se aflojaban continuamente para entretenimiento de todos los que nos quedábamos viéndolas. Fijaros en la cinta más grandota. Se sostiene horizontal simplemente por el aire, porque no está enganchada en ningún lado.
Cintas de la policía II
Aquí las tenéis agitándose en medio de la ventolera. Cosa curiosa que al ver la falta de la barandilla lo primero que hice fue asomarme al vacío para comprobar si había caído en la playa pero no, resulta que estaba en el suelo, tirada contra el murito de cemento que se ve en medio de los coches. Justo a la derecha de ese Opel Astra plateado. Pues nada, como haría el de Bricomanía: unos tirafondos, un tablero de okume y esto lo arreglamos en dos patadas.
Cintas de la policía I

7 comentarios Escribir un comentario

Deja una respuesta


Uso de cookies

Este sitio web utiliza cookies para que usted tenga la mejor experiencia de usuario. Si continúa navegando está dando su consentimiento para la aceptación de las mencionadas cookies y la aceptación de nuestra política de cookies, pinche el enlace para mayor información.Más información sobre las cookies

ACEPTAR
Aviso de cookies