Ya contaba por aquà la historia del recubrimiento exterior del nuevo Centro BotÃn, y cómo habÃan permitido que cinco mil personas diseñaran una de esas «pelotillas» cerámicas que conformarán dos de sus fachadas. Yo pinté un monigote y quedó mas majo que las pesetas. A continuación recibà un correo según el cual entendà que me iban a regalar un pin con el diseño hecho por mi. Huy que bien, huy que bien, me voy a recogerlo y en vez de eso me dan uno absolutamente blanco. Como la famosa frase de Henry Ford cuando lanzó al mercado su Ford T, allà se podÃa elegir un pin de cualquier color siempre y cuando fuera blanco.
A lo mejor tendrÃa que haber puesto un mÃnimo de atención al leer el correo para no llevarme decepciones, qué le vamos a hacer si lo leà a toda mecha y sin hacerle excesivo caso.
Una pena oiga. Ahora ya sólo falta que el edificio lo dejen en blanco y no llenen la fachada de los muñequitos que diseñamos esos cinco mil entusiastas de la garabaterÃa para que la decepción sea completa.