Esto de los pueblos con encanto está muy bien, que los conserven como eran, con el aspecto antiguo y ese aire retro. Las casas, los tejados, las fachadas, los portales, todo nuy bien… hasta que llegamos al suelo. Ay madre, qué mal se anda por ese empedrado lleno de adoquines, que cada paso quiere mandarte el pie a un lado distinto.
Fotogénico es un rato, pero claro, mientras sacas foto no andas y no se nota. En cuanto das dos pasos, ay, ay, ay, qué incomodidad. Y si a mi me parece un sufrimiento, no os quiero ni contar cómo lo debe pasar una mujer que ose adentrarse por tales callejuelas calzada con tacones. Mejor que se descalce y salga pitando, que los esguinces son muy malos compañeros de viaje.
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