Por si no lo recordáis, esta es la parte segunda de la parte primera de la parte contratante de la primera parte… o algo asÃ. Visita al faro, por fin estaba abierto y se podÃa subir. Doscientos y pico escalones hacia arriba y me quedé al pie de un armarito de sapelly junto al que estaban estas escaleras, el último tramo antes de llegar a la parte superior del faro.
Si bien las escaleras que van desde abajo hasta aquà eran más o menos amplias, éstas últimas eran estrechitas, pequeñas y más empinadas.
Vistas desde arriba, la banda de color amarillo y negro la pusieron porque esa esquina parece colocada estratégicamente para descabezar turistas. Se agradece, con lo despistado que soy me podrÃa dejar medio cráneo ahÃ.
¡Por fin arriba! ¡Por fin delante de la linterna del faro! Menos mal que no la encendieron mientras estaba enfocando o me dejan cegato durante quince dÃas. Hubiera tenido gracia tras tanto tiempo esperando para visitar la parte superior de un faro que encendieran la luz justo ahora y el fogonazo me dejara sin poder disfrutar de las vistas. A diez kilómetros iban a escuchar todos los berridos, sapos, culebras, tacos y palabrotas que me saldrÃan por la boca.
Pedazo lente fresnel la que tiene el faro, en la foto no se notará pero mide más de dos metros de alto. Para qué lo vamos a negar, me encantan estas cosas…
Como también me encantan detallitos pijos tal que unos leoncitos cubriendo los tubos por los que desagua el tejadillo del faro. ¿A qué quedan finos y elegantes? ¿A qué dan ganas de comprar media docena para instalar en casa?
De las vistas mejor no comento nada, porque me lo estaba pasando como un enano. Esto es lo que se ve hacia el norte, un mamotreto de edificio a pie de playa (creo que es el hotel Belambra) y kilómetros de arena en dirección a Cap Breton. Si me pongo a contar cosas de esta zona no paro, hay una leyenda sobre una gruta, bunkers en la arena, unas playazas tremendas… asà que mejor lo dejamos para otro dÃa.