¿Cual es el punto más alto que véis en la foto? La linterna del faro, ¿verdad? Pues ahà arriba mismito estuve yo, babeando con la emoción…
Rebobinemos. Desde la última visita a Biarritz sabÃa que se podÃa subir. De aquellas me abstuve porque estaba cansado y no querÃa dejar sola a la parienta, pero me quedé con la copla y esta vez iba más fresquito, además hacÃa solete de modo que ella podÃa quedarse tranquilamente tomando un café en un chiringo de la parte de abajo. Hala, ¡allá vamos como estos que se me adelantaron!
Primer intento a las dos de la tarde. Las ganas, porque abre a las cinco. Segundo intento a las seis, hora taurina por excelencia en las islas Canarias. Dos euritos y medio después me encuentro ante una puerta y el principio de los doscientos cuarenta y ocho escalones que componen la subida. Mira, haber ido al faro del caballo al final va a ser bueno y todo, porque tras los setecientos escalones más jodidos de mi vida ahora esta subida me parece de risa.
Al verme retratar hasta a esa puerta, la chica que cobraba las entradas me dijo que abriera y echara una ojeada. Asà lo hice y cooooño, ¡si el faro está hueco por dentro! Un montón de cables por los dos lados en dirección a la parte superior y un par de cuerdas conectadas a una polea, supongo que por si hay que subir algo.
Hale… empezando, pasito a pasito que cuanto antes empiece a subir antes llego arriba.
La iluminación en la escalera es natural a base de ventanitas a intervalos regulares. Ni me molesté en ver a través para no chafar la sorpresa y disfrutar más las vistas desde arriba del todo.
Tras un primer tramo de unas 220 escaleras se llega aquÃ, a este armarito de Sapelly tan rancio (lo siento, es que a mi las maderas oscuras me dan repeluses). Fijaros también qué finura de instalación eléctrica y cómo la pasaron entre la puerta y la pared. La subida a la linterna continúa entre el armario y la puerta metálica, pero como os podéis imaginar, eso se queda para otro dÃa…