Entretenido con los canecillos (I)

Y no me refiero a lo bien que me lo paso yendo por ahí de paseo con mis perros, esto va sobre una visita a un pueblo llamado Cervatos que es conocido por dos cosas. Una, la colegiata, que viene siendo esta iglesia situada en lo alto del pueblo. ¿Y qué tiene de especial?
Colegiata de Cervatos I
Pues una serie de «canecillos» de un estilo inconfundiblemente erótico a cada cual más curioso. El primero, aunque hecho polvo se distingue de sobra.
Canecillos de Cervatos I
Este otro, en la parte superior de una columna, tampoco deja el menor lugar a dudas.
Canecillos de Cervatos II
En la cornisa del techo más de lo mismo, pero a mogollón, uno tras otro.
Canecillos de Cervatos III
Aquí mas cerquita. Lo dicho, sobran las explicaciones y llama la atención cómo está la iglesia llenita hasta los topes de esculturas así, cosa rara que no las hayan quitado, tapado o disimulado con un bloque de cemento conociendo cómo son sus dueños y moradores.
Canecillos de Cervatos IV
Por desgracia, Cervatos también es conocido porque allí actúa un envenenador de perros. El muy cabronazo se ha cargado adrede más de cincuenta perros, ojalá la benemérita lo trinque y encierre por un buen periodo de tiempo o, en su defecto, el karma le haga confundir la botella de agua con la de lejía y pruebe su misma medicina. Evidentemente, sabiendo la historia y por la cuenta que me trae, cuando pasé por aquí mis perros ni se bajaron del coche.

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