Fotos al anochecer

Cienes y cienes de veces me tengo dicho que algún día habrá que cargar con el trípode (el pobre está en casa cogiendo polvo) y sacar fotos nocturnas que siempre son muy agradecidas, resultonas y suelen gustar al personal por poco habituales. Cienes y cienes de veces es ver el trípode y me entra una pereza que no veas, llevar otro peso más a la espalda total para qué, si al final cuando veo algo que me llena el ojo siempre puedo apoyar la cámara sobre la bolsa, o sobre un quitamiedos, o sobre una piedra, o contra un árbol o si no aguanto a la respiración como si me hubiera largado un cuesco tras un abundante cocido montañés y mira, sí que salen cosas majas.
Embarcadero al anochecer
Para mejorarlo aún más podría llevarme otro flash, sacar una foto con exposición larga (muchos segundos) y mientras la cámara recoge la imagen irme a pegar flashazos de luz como loco en las cercanías de la pasarela para hacerla destacar aún más. Pero si además del trípode tengo que cargar con el otro flash, movilizar a la parienta para que se quede con la cámara mientras sale la foto (no vaya a ser que me vaya a iluminar la pasarela y a mi vuelta ni haya trípode, ni cámara, ni nada de cobre en los alrededores), entonces apaga y vámonos porque me cambio al gremio de los pintores para evitar tanta incomodidad.

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