Gaviota churrera

Que en Santander hay nivel se aprecia por pequeños detalles como que aquí las gaviotas no comen cualquier cosa, ésta por ejemplo se estaba tomando una ración de churros como una campeona al ladito de la Plaza Porticada. Fijaros con qué alegría engulle el primero y el segundo, que está en el suelo, pasó a su buche unos instantes después. Si la veo mojándolos en una taza de chocolate tampoco me hubiera extrañado mucho porque si a nosotros nos gustan más sopeteados en el chocolate, no veo porqué la gaviota va a ser menos.

¿Cómo es posible tal cosa? Por una churrería móvil que había allí aparcada, no sé si al dueño se le cayó un churro, si se lo regaló a la gaviota para fidelizarla y que la próxima vez venga pero con pasta o que la gaviota es cleptómana y se lo cogió por su cuenta. Sea como sea, el bicho lo engulló con una alegría que si se acerca en esos momentos un atracador con intenciones de desplumar al señor churrero, seguramente acabaría con picotazos hasta en la partida de nacimiento.

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