GerardoDiegos everywhere

Hasta llegar a Santander sólo sabía vagamente que Gerardo Diego era uno que escribía y poco más. Es más, me lo confundía con Gabino Diego que escribe menos pero hace reír más. Pero fue llegar aquí y cómo es un poeta nacido en Santander le han dedicado unas cuántas estatuas así que al final acabé yendo a la wikipedia (fuente del saber popular) y echando una ojeada a su vida. No es la poesía un arte que me atraiga especialmente, pero el saber nunca está de más, cualquier día puedes encontrarte con «Poeta cántabro de la generación del 27» en la última definición que te falta del crucigrama y gracias a la curiosidad informativa previa puedes completarlo.

Una de esas estatuas conmemorativas la podemos ver en la Avenida Reina Victoria. Ahí lo tenéis, sentado tranquilamente en un banco mirando su querida bahía.
Gerardo Diego en Reina Victoria I
Está que ni pintado para sentarse al lado y sacarse la foto en la misma pose. Lo que hacía todo el mundo con la estatua de Gaudi en «El Capricho» antes de que pusieran el acceso exclusivo para los que pasen por caja.
Gerardo Diego en Reina Victoria II
También hay placa conmemorativa con el principio y final de uno de sus sonetos, el titulado «Bahía Natal».
Placa en la estatua de Gerardo Diego
Por si alguien tiene curiosidad, este es el soneto enterito y sin cortes publicitarios:

Cristal feliz de mi niñez huraña,
mi clásica y romántica bahía,
consuelo de hermosura y geografía,
bella entre bellas del harem de España.

La luna sus mil lunas en ti baña
-tu pleamar, qué amor de cada día-,
y te rinden reflejo y pleitesía
montañas, cielo y luz de la Montaña.

Mi alma todas tus horas, una a una,
sabe y distingue y nombra y encadena.

De mi vivir errante fuiste cuna
nodriza, y de mis sueños madre plena.

La muerte,madre mía, a ti me una,
agua en tu agua, arena de tu arena.

Parece pan comido esto de escribir poesía. Vas juntando palabras que suenen bien y rimen hasta completar catorce versos endecasílabos (o de once sílabas, lo que prefieras). Por lo menos eso pensaba hasta que en clase de literatura tuvimos que hacer uno. Madre mía que lío es aquello, pasabas más tiempo sumando sílabas con sus reglas para contarlas, sus casos particulares y excepciones, o reorganizando letras que con el contenido del soneto. En cambio esta gente producía una poesía tras otra. Tiene su mérito, tiene.

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