Haciendo nuevos amigos

Donde vivía antes no había muchos caballos, entre un servidor y el único al que tenía acceso mediaba un campo de hierbas altas lleno de garrapatas (cosas de las ovejas) con lo cual procuraba ni acercarme. A escasos diez metros de donde vivo ahora pastan habitualmente un par de caballos y, ya sin el concurso de las garrapatas, con lo que me gusta echarle mano a todo cuadrúpedo cercano me planteé hacerme amigo de los dos. Hay uno bastante manso pero otra tiene más carácter. Aquí tenéis a la prima en blanco del que sale en el logotipo de Ferrari, ésta es la que tiene más genio aunque posar, sí que sabe posar bien.

De cerca pierde algo de sex-appeal pero bueno, sigue siendo bonita. Me pregunto si el morro de abajo era así o, siguiendo la penosa moda actual, se lo ha inflado estilo Esther Cañadas.

¿Cómo hacer que se aproxime y no me cabree? Facilísimo, como con todos los bichos, les enseñas algo de comer y lo primero es el papeo, ya dejaremos los cabreos para después.

La primera vez que me acerqué, al intentar acariciarle el pómulo me mandaba cabezazos. La primera vez que le acaricié la parte que está justo sobre la pata delantera y antes de la barriga, soltó una coz (suerte que uno es medio espabilado y nunca se pone al alcance de las patas traseras de estos bichos). Pero claro, si hay una zanahoria de por medio se le olvidan cabezazos, coces y hasta pone cara de caballito bueno.

Se deja que coma tranquilamente, intentas una caricia en la cara, si se deja bien y si no, no pasa nada. Repites la faena de la zanahoria un par de veces más y en cuanto pasas por delante aunque no te pares, ahí lo tienes a la espera a ver si cae algo. Tres o cuatro zanahorias más y me apuesto a que acabamos jugando al tute juntos.