Hoy vamos a contar una historia sobre Cabo Mayor, pero no sobre el faro, sino sobre sus acantilados. Por si queda alguien que no conozca el impresionante perfil del faro, foto al canto que recupero de mi antiguo blog y me ahorro el trabajo de editarla de nuevo:
Desde el faro hay una vista preciosa de sus acantilados, que además tienen una forma muy curiosa hecha de estratos en diagonal con respecto al agua. La altura es notable y si te caes desde arriba más que probablemente veas pasar tu vida de golpe delante de tus ojos, la luz al final del túnel y sabe dios cuántas cosas más porque el tortazo va a ser de impresión y si sobrevives hasta te llamarán de Cuarto Milenio para entrevistarte como el bicho raro que debió ser ayudado por unos extraterrestres, la única manera de caer por ahà sin palmarla.
Eso mismo debió pensar en la época de la Guerra Civil un jefe republicano de Santander llamado Nelia que les daba pasaporte a los que consideraba traidores tirándolos por los acantilados. En conmemoración a los asesinados de esa forma hoy existe un monumento en la parte trasera del faro compuesto por una cruz con un hombre colgando del borde. Dicen que el farero acabó loco de tanto oÃr los gritos de aquellos que morÃan en el fondo del acantilado.
Y no sólo eso, el lugar ha sido el escogido por más de uno para suicidarse. En el bar próximo tienen enmarcado un recorte de un periódico en que habla de más de cuarenta suicidios. El último a finales de marzo, en que un hombre paró su coche delante de la barandilla, aceleró y se tiró abajo con el coche puesto y el resultado que os podéis imaginar. Hace un mes pasé por allà y seguÃan viéndose los desperfectos causados en la valla al tirarse.