Impresionante primer día de playa

Mientras media España está achicharrándose con una ola de calor, aquí hoy por fin ha hecho un día de calorcete de esos que apetece ejercer de playero. Aquellos que me conocen saben que yo y la playa no éramos especialmente amigos, mi piel tiene la melanina mas vaga de todo el mundo y llevo muy mal lo de tomar el sol (salir más de cinco minutos de debajo de la sombrilla era impensable). Además hacía años que no disfrutaba del cuasi punto de congelación de las aguas atlánticas, ni recuerdo cuando fue la última vez que conseguí meterme mas allá de las rodillas. Pues bien, aprovechando el alza de las temperaturas hoy tocó probar por primera vez la playa de Somo ejerciendo propiamente de playero, porque lo que es en invierno aquí estaba dos o tres veces por semana paseando a los perros.

Primera diferencia con respecto al invierno, en que estábamos tres pelagatos en toda la playa y sólo se veían cuatro coches por el pueblo: parkings llenos y un montón de gente en la arena, lo cual no es mucho problema si contamos que la playa debe tener unos seis kilómetros de ancho. Con lo que me gusta pasear a la orilla del mar la cosa pintaba bien.

Segundo, hace calor, pero no el calor achicharrante que notaba en Nerga o en Barra. Tercero, al estar orientada al norte sopla un airecillo que refresca un poco y no te agobias de calor. Cuarta diferencia, y más importante, el agua estaba DE PELICULA. Después de comer quedó la parienta tomando el sol en la toalla y le dije que iba un rato hasta la orilla. Metí los pies y anda, si no está fría. Seguí metiéndome, seguí, qué gozada, estaba fresca pero no helada como me había tocado sufrir tantos años, cuando me di cuenta estaba buceando, peleándome con las olas y surfeando a nado, no como las docenas de chavales que se deslizaban con una tabla de verdad en cursos de todas las escuelas de surf que hay en el pueblo.

No sólo había surferos, sino también gente haciendo kitesurf, ese deporte en que gana el que menos huesos se rompe y en vez de medallas dan férulas de escayola. Si, ya sé que soy un exagerado, pero cuando hablas con gente que lo practica, lo que más me impresiona es la relación de tortazos que te cuentan y aún así no se rinden.

En una esquina de la playa se reunían todos y tenían las velas secando al sol. Allá donde haya colorido, allá estaré yo con la cámara de mi móvil, que no será una maravilla pero me saca del apuro.

Cinco horitas, cinco, en que disfruté de una playa en verano como cuando nos acercamos al Mediterráneo. Ojalá mañana se mantenga el tiempo, repetimos y puedo verificar si esa temperatura del agua es la habitual o por desgracia hoy fue una excepción.

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