El pasado domingo nos fuimos en dirección a las playas de San Vicente de la Barquera. Primero sesión de caminar por la playa, disfrutando del sol y la brisa marina como también hacÃa esta gente.
Luego nos encaminamos hacia el pueblo y ya de lejos veo algo curioso, balcones con banderitas y bastante gente en la parte de abajo, donde hay un montón de chiringos para comer. Estos suele ser sinónimo de fiestas y mogollón, cuestiones ambas las dos que no son precisamente santo de mi devoción.
Segundo aviso, barquito en el puerto engalanado y lleno de banderitas. ¿Será el dÃa del Carmen y yo sin enterarme? No creo, ese me parece que cae allá por julio…
Tercer aviso, la calle principal llena de puestecillos, tenderetes y atracciones para niños. Me lo temÃa, si es que va a haber fiesta y todo.
Aparcamos, dimos una vuelta y gente para dar, tomar y regalar, un montón de hombres vestidos como de marinerito de primera comunión. SeguÃa llegando gente, y más gente, y más, y más… con lo cual un servidor y parienta optaron por la solución más rápida: pirarse a otro lado. Al dÃa siguiente me enteré que habÃa sido la FolÃa, una procesión el que sacan a la Virgen primero por el pueblo y luego por el mar en el barco engalanado. Es lo que tiene andar por el mundo sin ver las agendas de eventos de los periódicos, que teniendo escasa querencia por las aglomeraciones, sin enterarte acabas donde van a celebrar la fiesta más multitudinaria del año.