De veras habrÃa que estudiar qué les pasó a los arquitectos de iglesias en ciertas épocas en este paÃs, porque se ha hecho cada una que da para crear otro blog. Se abandonó la sobriedad en la construcción para crear cosas, estrambóticas unas, modernas otras, raras las que más. Vamos a por un ejemplo, la parroquia del Carmen en Nueva Montaña. Ahà la tenéis.
Redondita como el cabezón de R2D2, con esos salientes laterales y la cruz en lo más alto sobre un portavelas gigante.
Aprovechando un breve receso en los rigores invernales, en ausencia de nubes y lluvia allá me fui para retratarla al completo junto con cada esquinita curiosa.
De veras que se hace rara. Pero rara por diferente con esas lÃneas tan extrañas y chocantes que se ven.
En el interior de esa parte alta de la derecha está la entrada, la planta baja es acristalada, dentro hay una cúpula… dista bastante de los mamotretos cuadrados habituales, pero no sé yo si no será demasiada modernidad junta. Ahora, que fea, lo que es fea, tampoco me resulta.
En el exterior aún quedaban los restos de un belén navideño a base de figuras sobre la hierba. La Virgen, San José, los reyes, los pastores, unos cuántos animalitos…
Y uno de ellos medio tumbado aunque viendo la botella que tenÃa a su lado ya me imagino porqué estará asà de torcida. Si se ha soplado la botella de vino entera lo raro es no verla haciendo eses por la hierba.
Mientras sacaba las fotos me fijé en la placa de la calle Luciano Malumbres. Como uno tiene las neuronas patas p’arriba de tanto darle vueltas a las palabras, lo primero que me viene a la cabeza es que le dedicaron la calle a alguien cuya mujer le daba con el foco de la linterna en los ojos y él le gritaba «Lucia, no m’alumbres».
Ya en serio, Luciano Malumbres fue un periodista nacido en Palencia pero que ejerció en Santander como director del diario «La Región», primer periódico regionalista que fue derivando hacia el republicanismo hasta que cerró en el año 1937. También era el presidente del Ateneo Popular de Santander y fue asesinado en un episodio digno de «El Padrino». Mientras jugaba al dominó con los amigos en un bar de Santander se le acercó un falangista llamado Amadeo Pico y le disparó dos veces a bocajarro. Perseguido por la gente el agresor fue muerto y Luciano Malumbres murió también al dÃa siguiente. Triste época aquella en que nuestros abuelos se entretenÃan matándose los unos a los otros.