Leyendo y releyendo cosas sobre Cantabria tuve noticias de la existencia de varias minas en las cercanÃas de mi casa. Un sábado aprovechando un rato libre me fui a ver si encontraba una en concreto, la mina de Morero situada junto a un lago que recibe por nombre «El pozón de Morero». Habiendo visto la posición en Google Maps y usando el móvil para orientarme (más que nada porque de otra forma me habrÃa perdido cienes y cienes de veces) escojo un camino y me voy a la aventura. Camino que por cierto estaba hecho una porquerÃa y que finalmente hube de abandonar porque por un lado estaba cortado, quedándome sólo la opción de hacer la cabra campo a través y, la verdad, ya no está uno para esos trotes ni para acabar lleno de garrapatas.
Retirada a las posiciones iniciales, elijo otra vÃa de acceso al Pozón y allá me dirijo en coche. Aparco en las cercanÃas, camino un poquito y ¡ops! Valla al canto con cartelotes de prohibición. Voy a echar una ojeadita a ver si me puedo escaquear por alguna esquina, total estoy a un pasito.
Pues no, va a ser que no, que no me escaqueo, no entro y no me acerco, buenas ganas tengo yo de enfrentarme a un enjambre de abejas cabreadas. Me quedo sin ver la mina, me quedo sin ver el pozón, vamos a por una cervecita fresca que el dÃa se lo merece y es mucho más sano que acabar lleno de picotazos.