La plaza de toros de Trucios

Al este de Cantabria hay un pueblo llamado Guriezo. A su lado, en Euskadi, otro llamado Trucios. Entre ambos pasa lo que tantas veces suele pasar en este país: que no están de acuerdo con los lindes entre ambos. Este trozo de tierra es mío, de eso nada que es mío, pues llamamos al Instituto Geográfico a ver qué dicen pero como no dicen lo que yo quiero, entonces no me vale. Siglos llevan con la misma historia. Qué entretenimiento tan nuestro, ¿verdad?

Pues allá me fui yo a buscar los dichosos mojones para ver cómo eran, pero no los encontré. Tampoco es que pusiera mucho interés, todo sea dicho. Cosas de llegar a la hora del vermut y que si toca elegir entre martini o mojones, con el martini y las aceitunas me quedo. ¡Martini digo! ¿Qué Martini ni que leches? Mejor Vermut Mariano artesanal, el vermut cántabro de los Picos de Europa, y no es broma que bien bueno está. Coño, ya me he perdido otra vez… ¿por dónde iba? Ah, si, buscaba mojones y lo que encontré fue la plaza de toros de Trucios, al lado de una iglesia, en medio del pueblo y completamente abierta por un lateral, sin signos de valla o cierre en las inmediaciones. Espero que cuando haya corrida (de toros) pongan una fila de camiones tapándolo o, en su defecto, un alambre conectado a un pastor eléctrico si no quieren sembrar el pánico como los de lepe cuando sueltan al hombre lobo con un tractor por los campos del municipio.
Plaza de toros de Trucios
En fin… que yo había venido aquí a hablar de mi libro pero si no me dejan, me voy y listos.

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