Vamos a por la tercera y última entrada referente a la visita que hice al túnel de la Engaña. Tras la primera y segunda parte, habÃa cruzado ya los cuatro subterráneos anteriores al quinto y definitivo, el verdadero túnel de la Engaña cuya boca sur os presento.
Sobre la entrada se puede ver una inscripción en la piedra donde indican la longitud total del pasadizo, 6.976 metros de los cuales más o menos uno es en Cantabria y el resto bajo la provincia de Burgos.
En la parte izquierda también hay un canal por el que discurre lo que parece ser un riachuelo.
No sólo en el rÃo se ve agua correr. Al principio del túnel, ambos laterales chorrean. Por la izquierda rezuman las paredes y se ve mucho musgo.
Por la derecha no rezuma, cae una catarata. El suelo estaba encharcado pero caminando unos cien metros se acaba el goteo y pasaba a estar totalmente seco.
Este es el aspecto del interior. No es tan verde, pero entre que no se qué toqué en la cámara, el musgo y el pepinazo de luz del flash, sale la foto como si estuviera entrando en el ultramundo de Mordor.
Si saco foto un poco más fielmente se ve cómo es de color gris cemento, suelo a base de polvillo fino caido del techo que se levanta al caminar y un fondo oscuro que no adivinas cómo sigue.
A la derecha se pueden ver apartaderos y señales pintadas en la pared con la distancia recorrida. Aquà iba por el kilómetro 6,800. Quinientos metros más adelante, allá por el 6,300, ya no llegaba luz procedente de la boca del túnel. Oscuridad total sólo rota por mi linterna. Silencio total en el que sólo se oÃan mis pasos. Yo solito. Empecé a pensar qué pasarÃa si un oso se hubiera metido dentro a dormir la siesta… porque lo mismo que encontré caballos y burros en el cuarto túnel nada impide encontrar otro bicho más grande haciendo sus prácticas de hibernación… pues mira, ya he visto esto, ya he visto los alrededores, más vale ser prevenido y retirarme a tiempo que de valientes están las tumbas llenas. Y si no que se lo digan a Favila de Asturias, hijo de Don Pelayo, que importunó tontamente a un oso y acabó hecho pedacitos.