Pasados los dos puentes, conforme uno va llegando al final de la ruta y nos vamos aproximando a CaÃn, el recorrido se vuelve más espectacular en el sentido de abrupto, porque por la zona de Poncebos también lo es pero en cuanto a panorama de montaña. Aparecen paredes en las que se puede ver claramente que por donde va el camino, pasó en su dÃa el rÃo y fue dejando cantos rodados y sedimentos por todos lados.
De pronto las paredes del desfiladero se cierran, la ruta se hace a través de túneles en la montaña y el panorama es simplemente espectacular.
Un rato caminando por el interior de la montaña, sacando fotos del rÃo desde las aberturas laterales y esquivando los goterones que caen del techo del túnel, con la boca bien abierta porque pocas veces se ve algo como esto. CaÃn está a un tiro de piedra, ahà ya se percibe el final de la garganta del Cares.
Este es el punto y final, una presa construida aprovechando la cercanÃa de ambas paredes. Diez metros lineales de hormigón y listo el embalse.
Lo mismo, visto desde el otro lado. Llegamos por la margen izquierda, se cruza la presa por la pasarela verde y el camino continúa quinientos metros más. Primero seguimos por la orilla derecha, luego otro puente y ya estarÃamos en CaÃn.
La foto anterior pero aún más lejos y en vertical para que podáis apreciar lo impactante del lugar. Aviso para fotógrafos: si queréis luz en el interior del desfiladero, entre la una y media y las tres de la tarde (por lo menos en el mes de mayo) el sol está perpendicular a la entrada y entra luz a montones. Antes y después os encontraréis una orilla en sol y otra en sombra, que nunca luce lo mismo por el enorme contraste entre ambas zonas, si quieres que se vea la parte en sombra acaba saliendo «quemada» la zona de sol y si mides la luz en la parte al sol, lo que esté en sombra sale totalmente negro. Otra opción es ir una vez que el sol ya no ilumine ninguna orilla, la pena es que entonces el agua pierde ese color turquesa brillante que tiene a plena luz del dÃa.
Media vuelta desde el punto de la foto anterior y esto es lo que se ve: el rÃo, el puente que os comentaba y al fondo la primera casa de CaÃn.
Nada más cruzar el puente me encontré con un lagarto de camuflaje. Todo menos la cabeza, que aunque no se aprecie muy bien, es azul verdosa.
El lagarto estaba feliz al sol hasta que apareció otro y se liaron a pelearse mordiéndose la cabeza. Asombroso. Me quedé pasmado mirándolos. Aparecieron otros dos excursionistas y también se quedaron a verlos. Aparecieron las dos parejas de abueletes con acento gallego que comentaba en la entrada anterior, una señora me mira y me pregunta «¿Qué están, haciendo el amor?». Descolocado me dejó… pues francamente, señora, en cuestión de lagartos estoy poco puesto…