Este es otro sitio al que le tenÃa ganas, pero como siempre que pasaba cerca estaba cerrado me tenÃa que aguantar y quedarme sin visita. Se trata de la Universidad Pontificia de Comillas, en todo lo alto del pueblo. Por allà pasé hace unos veinte años y recordaba unas vistas impresionantes. Desde esas se ha ido degradando poco a poco, con hundimiento de techo incluido y lo habÃan cerrado. Alguna vez he leÃdo en el periódico que no tenÃan claro qué hacer, y ya me imagino lo que suele pasar en esos casos en que la solución depende del polÃtico de turno: no hacemos nada, esperamos que se caiga entero y entonces ya no hace falta hacer nada más…
Al final del verano pasamos un domingo por Comillas y en la puerta de un local vi un cartel indicando una exposición sobre cosas de piratas en la Universidad Pontificia. Tate… esto hay que verlo. Con el coche pasamos delante de la entrada y milagro, ¡¡¡abierto!!! Dos euritos te cobran si quieres subir con el coche, cero si vas andando. Es más que recomendable aflojar los dos euros porque la subidita se las trae sobre todo si no es la parienta muy dada a los esfuerzos vespertinos. Por fin, por fin…
Llegamos, aparcamos, mira por donde este edificio de color claro no lo recordaba yo, creo que ahora es la sede de la Fundación Comillas y ahà se compran las entradas para las visitas guiadas al antiguo Seminario Mayor (3,50 euros por persona). Evidentemente si apareces a última hora, como es el caso, está todo cerrado.
Vayamos por partes, que decÃa Jack el destripador. Esto es lo primero que ves según llegas, justo detrás de la caseta de color claro de la foto anterior. Esta parte se ve cuidada y probablemente restaurada.
Aquà cartelito de la exposición de piratas, cuestión que me la traÃa al pairo. Yo iba a ver el edificio y los piratas me daban exactamente igual.
La entrada principal. A la exposición se iba por el arco justo debajo de las escaleras de acceso. Y sobre ellas, una modernidad de cuidado.
¿La véis? Me refiero a ese cubo acristalado.
Venga, otra más cerca. No pega con nada de lo que tiene alrededor pero eso es el eclecticismo, mezclar elementos variados para que ellos mismos vayan encontrando su lugar. Y si cuela, cuela…
Lo bueno de ir un ratito antes de ponerse el sol es que la luz dorada del atardecer daba de pleno en uno de los laterales y llenaba todo de ese tono rojizo que tanto gusta. Como edificio no está mal, bastante majo. Antiguo, sobrio pero elegante.
Y pasamos a otra fachada, la que queda a la derecha de lo visto en fotos anteriores. Insisto, bastante sobrio, sin exageraciones ni rimbombancias pero bonito. Esta parte aún está a medio restaurar y en el rosetón se ve que algo raro pasa, pero eso se queda para la siguiente entrada.
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