Tras el paseo por el Sardinero el otro dÃa, nos dirigimos al centro de Santander y allà también se podÃan ver los restos del temporal de viento que hubo entre el dÃa cinco y el seis. No lo comenté pero esa debió ser con diferencia la noche que más bestia ha soplado el sur desde que estamos aquÃ. Y no una hora o dos, desde la tarde a la mañana. Asà nada más aparcar en el Paseo de Pereda lo primero que veÃamos era una señal tirada por los suelos, menos mal que hubo suerte y no le cascó a a nadie en la cabeza al caer.
En la puerta de la oficina de E-on (una compañÃa eléctrica) se pueden ver dos focos.
Uno, en su soporte correspondiente junto al hueco donde deberÃa haber otro y en realidad sólo queda un cable colgando…
…porque el otro se ha caÃdo al suelo y lo dejaron junto al portal. Suerte que tampoco le cascó a nadie en la cabeza caer, o por lo menos no han dejado ninguna cabeza en ninguno de los portales de al lado.
Vamos a la plaza del Cuadro, en pleno centro. Aunque está bastante recogida, hay un pasaje hacia el Paseo de Pereda orientado justo al sur. Cuando sopla viento, ese pasaje acelera aún más el aire y asà pasa lo que pasa.
Pasa que este contenedor estaba junto al otro pegado a la acera, pero con la fuerza del viento se fue de paseo para acabar tumbado justo ahÃ. Por suerte no cayó encima de nadie, o por lo menos no se ven brazos ni piernas saliendo por debajo del mamotreto plástico.
Las olas en la bahÃa rompen contra las losas del paseo. Esta vez lo debieron hacer con tanta fuerza que descolocaron una losa, y eso que pesa lo suyo. Tócate las narices con la fuerza que tiene el agua cuando viene en formato de varias toneladas unidas en una ola y a toda velocidad.
Suerte de la barandilla para frenar la losa o sabe dios donde habrÃa acabado. O bien en el agua, o bien en la cabeza de algún paseante despistado. Pobre hombre, quizá venÃa feliz por haber esquivado una señal que se caÃa, un foco que se desprendÃa de una fachada y un contenedor paseante pero ya era demasiado tentar a la suerte y a la cuarta fue la vencida.
Hasta las obras del Centro BotÃn me acerqué pensando que con semejante temporal, en la zona de obras llena de vallas hechas con chapa que ofrece una superficie enorme al viento debÃa haber habido una escabechina de cuidado. Pues nada de nada, ni una chapa movida. ¿Cómo es eso posible? Muy fácil, nada como un poco de previsión y unos cuántos refuerzos para evitar problemas. Menos mal, imaginaros que al pobre hombre que le dio la losa de la foto anterior en la cabeza lo remata una chapa de obra voladora. Eso sà que serÃa empezar el año con el pie izquierdo y una buena razón para desear que llegue 2015 ya.
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