Cuando estoy por la zona del Sardinero al anochecer siempre se me va la vista hacia el Casino, por su iluminación (aunque la versión rosa es más que discutible) y por lo bonito del edificio. Sin embargo a su lado está el Hotel Sardinero que tampoco se queda atrás a la hora de ser retratado. Más sobrio, menos llamativo pero entre las luces y el color del cielo en la hora azul salen unas fotos la mar de apañadas.
Evidentemente la saqué allá por el invierno o principio de la primavera, cuando el Sardinero es un desierto en el que sólo quedamos cuatro pelagatos al anochecer. Durante julio y agosto es imposible retratarlo sin mil o dos mil personas alrededor.