Hoy vamos a dejar liquidado el asunto de las visitas a los cementerios cántabros con la segunda entrada sobre el Cementerio de la Ballena de Castro Urdiales, por lo menos hasta que aparezca alguno que me llene el ojo nuevamente. La primera entrada estaba aquÃ, por si queréis echarle una miradita. De momento el recorrido iba siendo bastante normalucho.
Lo primero que destaca es un prado enorme en el centro del cementerio con cuatro tumbas mal contadas y bastante separadas entre ellas. Supongo que por lo simple de esta parte será donde entierran a la gente con menos recursos… suerte que ya ha pasado el furor constructor de hace unos años, sino seguro que algún constructor corto de escrúpulos (como todos, vamos) montaba aquà una urbanización y la vendÃa con el reclamo de «vecindario muy tranquilo».
Mira tú, la primera tumba angular que veo. ¿Te ha tocado una esquinita y no quieres hacer un panteón como los de al lado? Pues venga una con forma de cuarto de cÃrculo que por lo menos es distinta.
Otra más. Esta casi prefiero no decir qué me parece, pero muy elegante no la veo. Lástima no haberme parado a verla por detrás, tiene una inscripción que hubiera sido interesante mostrar. Para otra visita se queda.
¿Y ésta? Mayúscula, minúscula, mayúscula, minúscula, todo sea por marear al encargado de grabarlo en la piedra.
Otra más que me dejó alucinado. Vale que el señor serÃa forofo del Athletic de Bilbao, pero poner un escudo del club en la lápida me parece exagerar un poco…
En la esquinita de una tumba lucia un angelote con cara resacosa, ojos caÃdos y boca manchada como acabara de comerse un chocolate con churros. La carita de «ay madre, qué pinto yo aquû no tiene precio.
Y llegamos a lo que, con diferencia, resulta más llamativo de todo el cementerio: la tumba de la familia Del Sel. A esta distancia ya te quedas boquiabierto.
Y no digamos nada cuando empiezas a ver dorados por todas partes y aguiluchos protegiendo las esquinas.
O la egipcia que preside todo el conjunto, con su trompeta en una mano y la corona de laureles en la otra. ¿Qué pintará una egipcia aquÃ, tan lejos de su tierra? Un buen rato me quedé viéndola, después en casa otro rato buscando información y no sólo en mi despierta admiración, aquà podéis ver una interesante página de otra aficionadÃsima a los cementerios a quien le produce la misma sensación y que describe esta tumba puntito por puntito.