Seis de enero. A pesar de los efectos del mar que os comentaba anteayer, se estaba moderadamente bien en la playa del Sardinero. Casi todos al solete, pero con precaución y alguna prenda de abrigo por encima como este buen hombre que disfrutaba de las vistas hacia mar abierto. Cielo azul, agua bicolor, viento pero no muy frÃo, una gozada.
Digo viento pero mejor decir ventolera, fijaros en el movimiento de la arena.
Cual no serÃa mi sorpresa cuando a lo lejos diviso ¡una persona saliendo del agua! ¡Uno bañándose!
Por si fuera poco, unos metros mas allá ¡otros dos bañistas! Ole sus huevos y ole sus huevos bis, aquà la gente tiene que estar hecha de una pasta especial para ser capaces de esto. O bien tienen familia en Rusia (donde son los campeones del «primero de año lo celebro metiéndome en el lago helado después de soplarme una botella de vodka») o el termostato averiado, porque yo no me hubiera bañado ni aunque me pagasen.
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