Tras aquel fallito a la hora de retratar un toro de Osborne camino de Miranda de Ebro, en una reciente visita a Madrid me frotaba las manos pensando que pasarÃa por el mismo sitio y esta vez me hinchaba a sacarle fotos hasta tener una perfectamente nÃtida sin el más mÃnimo asomo de movimiento. Vemos el toro a lo lejos, vemos la gasolinera, a continuación hay un desvÃo dirección Madrid, lo tomamos y sólo pensaba en desviarme a la gasolinera para retratar al toro. Sigo, sigo, sigo y no hay desvio, que por aquà no hay entrada alguna, mecachis la mar con las carreteras, las autovÃas, los toros y la puñeta, otra vez me he quedado sin foto…
Sin embargo, conocido es aquel dicho según el cual cuando dios cierra una puerta, abre una ventana (la del quinto piso por si te quieres tirar, añadirÃa) y cual serÃa mi sorpresa cuando el recorrido en dirección Madrid me brindó la oportunidad de fotografiar no uno, sino CUATRO toros de Osborne para añadir a la colección. Al final acabaré yendo de vacaciones allá donde haya algún toro aunque sólo sea por la tonterÃa de tenerlos todos.
Resumiendo. Señoras, señores y señoros (por eso de la igualdad), les presento al torito que se halla pasado un pueblo llamado Pancorbo, en un alto de un campo de girasoles. Me desvié por un camino de tierra (para un año que lavo el coche no me dura ni tres dÃas limpio) le saqué fotos y más fotos pero algo me sonaba extraño. ¿Qué era? Que el toro estaba al revés, ésta es la parte trasera.
No problem, paramos de nuevo unos metros mas adelante y aquà está el toro luciendo hermosote en lo alto del monte reseco. Menuda diferencia con los montes cántabros, verdes y floridos incluso en agosto frente al secarral que te encuentras según avanzas hacia el centro de la penÃnsula.