Vean ustedes qué galletas me encontré en el escaparate de una pastelerÃa del centro de Bilbao. Algún pastelero creativo dio rienda a suelta a sus recuerdos televisivos para rendir un homenaje a Epi y Blas que tantos dÃas nos entretuvieron a la hora de la merienda, nos enseñaban cosas y hasta nos mantenÃan tranquilos un rato largo. A estos sà que habÃa que darles el premio Nobel de la paz y no a Obama…
Por cierto, como aparezca el monstruo de las galletas no le auguro un futuro excesivamente prometedor a esta bandeja.