Planetarium dormitorium

Situado al final del paseo de Castelar y al lado del Palacio de Festivales se encuentra el planetario creo que de la Universidad de Cantabria. Ya me imagino la escena: me siento bien reclinado para contemplar el techo cómodamente. Se apaga la luz, empieza la proyección, una voz va narrando monótonamente lo que se ve y dos minutos después paso a la fase REM por la vía rápida. Si me ponen por vigésimo quinta vez la emigración de los ñus por el río Mara mientras los cocodrilos hacen cola para zampárselos (mi documental favorito a la hora de la siesta), puedo conseguir dormirme en menos de trece segundos. El anterior récord lo ostentaba la vuelta ciclista a España recorriendo los campos de Castilla, con un tiempo de catorce segundos y nueve décimas.

Y no es que sea irrespetuoso con las cosas de la ciencia, la astronomía y los planetas. Es que si me pones semihorizontal y con la luz apagada, el cerebro lo asocia inmediatamente con abrir el grifo de las endorfinas, uno se relaja hasta el punto de que en vez de pupila se me enciende el pilotito rojo del stand-by y por mi como si salen los marcianos de Mars Attack en la pantalla.

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