Aunque a juzgar por la cantidad de cartelotes de eventos que estoy poniendo por aquà estos dÃas podáis pensar que ando de acá para allá a toda mecha dÃa tras dÃa saltando de un acto a otro por toda la ciudad, la verdad es que… todo lo contrario. Si ya en agosto estuve bastante paradito, fue entrar el mes de septiembre con esta ola de calor que nos acerca a los treinta grados un dÃa sà y otro también, y a mi el calor me puede. Ni por aproximación se me ocurre acercarme a patear Santander o irme por ahà a ver si me deshidrato mientras subo algún monte. Tampoco me apetece demasiado ir de playa, que ya tuve suficiente en verano, pero claro, en dÃas como los que estamos teniendo o vas de playa o poco más. Recemos porque se vaya prontito este calor tan bestia, vuelvan los dÃas de veinte grados como mucho y de noche un jerseycito por si refresca.
Eso no quita que estando anunciada para el martes pasado la mayor marea baja del año, a la hora del acontecimiento estaba como un clavo en Somo para ver si sobresalÃan los restos del Antártico que alguna vez fotografiaré sà o sÃ. Por supuesto, primero foto a los restos del «Elin Christine», de grato recuerdo por el susto que me metieron hacen un par de años.
Mientras caminaba en dirección a los restos de los otros dos barcos salieron a entrenar desde la orilla de enfrente los competidores del mundial de vela que hoy mismo se ha inaugurado. Unas cuántas fotos para el bote con barcos para un lado, barcos para otro, barcos de un color, barcos de otro color, barcos grandes, barcos pequeños, etc.
A media playa sobresalen los restos del Gaby. Para los cuatro hierros que quedan no sé porqué nos los retiran de una vez y dejan la playa limpia. Alguien pensará que cuatro hierros oxidados hacen bonito en medio de la arena, sólo espero que no apoye un pie en ninguno de ellos porque le va a quedar fino filipino.
Por fin llego a la posición donde deberÃa estar el «Antártico», recordar que se distingue claramente gracias al Google Maps y es facilÃsimo situarse enfrente basándose en la localización del chiringuito playero que se ve al otro lado de la playa.
Estar, estaba. Una sombra negra nos indicaba claramente donde reposan los restos del barco, pero por mucho que habÃa bajado la marea (coeficiente de marea 114, muy alto) no era suficiente para hacerlo asomar. Si por lo menos hubiera oleaje, entre ola y ola algo se podrÃa ver, pero como el mar estaba quieto como un plato no asomaba nada.
Bueno, sÃ, afloraba lo que parecÃa ser una plancha de metal pero esto era lo máximo que sobresalÃa.
A finales de febrero y de marzo del año que viene habrá dos dÃas con un coeficiente de mareas aún mayor, de 118. Ya me lo he apuntado en la agenda y allà estaré a ver si coincide con algo de oleaje y esta vez sà lo consigo. A cabezón, cabezón y medio…
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