Con más suerte pero con menos suerte, depende como se mire. Hace unos meses pasamos por el Embalse del Ebro con ganas de visitar la torre de la iglesia a remojo. Nos quedamos con las ganas porque estaba demasiado a remojo. Para estas cosas uno falla pero nunca olvida, asà que repetimos faena hace unos dÃas. El nivel del embalse estaba unos tres metros por debajo del anterior asà que ahà la tenÃamos la torre totalmente a nuestra disposición.
¿Eh? ¿Pero qué coño es esto? ¡Se ha derrumbado la pasarela! Madre mÃa, menudo gafe… Ese cartel de abajo a la derecha decÃa «Prohibido el paso por la pasarela». Vaya hombre, qué mala suerte. Ajo y agua otra vez.
Una pena porque la torre se usa como mirador y desde allà arriba debe haber unas vistas preciosas de todo el entorno.
Una pena no poder pasar porque en la otra esquina de la iglesia se ve cómo ha ido quedándose en ruinas, ya sólo resta la torre y el resto ha desaparecido.
Una pena no poder pasar y ver la entrada, con esa escalera de caracol hacia arriba.
Una pena no poder ver a través de las ventanas del campanario, con esos carteles indicando todo lo destacable de las inmediaciones.
Un campanario, cuatro ventanas, cuatro vistas diferentes, cuatro carteles, cuatro paisajes. Y yo sin poderlos ver…
Ni el tejado, seguramente reformado hace poco. Falta la campana, pero pon en este paraje desolado una campana de bronce y verás lo que dura en su sitio.
Tampoco pude ver las cagadas de los pajaritos que deben anidar allà por docenas.
En fin, lástima que uno sea tan responsable y le haga caso a los carteles avisadores porque ya véis todo lo que me perdÃ. Habrá que volver otra vez, a ver si ya repararon la pasarela y puedo volver a ver todo lo que no vi este dÃa.