Comillas, domingo, rato libre después de comer. Finalmente, y haciendo un esfuerzo para vencer mi natural oposición a entrar pagando en lugares que no permitan sacar fotos en su interior, nos dirigimos a visitar el Palacio de Sobrellano.
Como casi siempre foto de la fachada, retrato de la parienta subida en un cañón que hay a la izquierda de la foto anterior (una tradición que mantenemos desde 1998), foto del escudito sobre la puerta de entrada que el pobre cada dÃa está más feo a cuenta del musgo, lÃquenes y vegetación que ha crecido en las rendijas.
Pasamos al vestÃbulo y esperamos a que venga la persona encargada de cobrar las entradas. Me apoyo en una esquinita a cubierto de miradas inquisidoras, echo una ojeada por el visor de la cámara para ver cómo quedarÃa una foto de interior en el hipotético caso de que permitieran sacarlas y ¡ay! Procurad no apoyar el dedo en el disparador porque a veces se escapa alguna foto sin querer. Hay que ver, qué sensibilidad tienen estas cámaras fotográficas.
Llega la chica que hace de guÃa. Nos cobra la entrada y avisa que la visita comenzará en cinco minutos, asà que podemos esperar «sacando unas fotos y subiendo la escalera». ¿¿¿Cómo??? No necesité oir más, directo a la faena hasta que el obturador de la cámara diga basta, no vaya a ser que cambie de opinión o dicten normas nuevas en los próximos cinco minutos.
Si es que allà merece la pena fotografiar todo, todito, todo: el vestÃbulo, la escalera, la lámpara, los arcos, el tejado de madera con vidriera. El palacio es precioso, señorial, elegante, una maravilla.
En las paredes y sobre todo en la zona de las escaleras están expuestas un montón de fotos antiguas sobre el palacio, el pueblo, las gentes y las costumbres de hace muchos años. Qué curioso se hace ver paisajes totalmente desprovistos de hoteles, urbanizaciones, casas, coches, aparcamientos, restaurantes y todo lo que llena ahora estos pueblos.
Aquà los arcos de la parte de arriba, según se sube la escalera. A pesar de que parecen estar hechos en esa piedra arenisca que a la mas mÃnima se deshace, se ve todo muy bien conservado, enterito y limpio. No sé si lo habrán restaurado hace unos años cuando el Gobierno de Cantabria se lo compró al Marqués de Comillas.
Y el impresionante techo de madera oscura con una vidriera central enorme y veinticuatro pequeñas vidrieras alrededor. Anda que no hay detalles y más detalles para fotografiar aquÃ. En ello estaba cuando apareció la guÃa y nos llamó para iniciar la visita asà que vamos para dentro, preparémonos para sacar otro montón de fotos y en unos dÃas por aquà las veréis.