La vez que pasamos por Ampuero, primera y única porque no es que nos llenara el ojo precisamente, vimos que allà cerquita estaba el Santuario de la Bien Aparecida asà que como nos sobraba tiempo en esa dirección enfilamos. Al igual que en la subida al monte de Santa Tecla, de principio a fin está lleno de pasos de un via crucis. Yo soy como un japonés con la cámara siempre pegada al ojo, asà lo voy retratando todo y gracias a eso poco a poco van saliendo por aquà cienes y cienes de cosas con escaso interés.
Metros antes de la llegada al santuario, un campo de fútbol con la porterÃa del fondo. Nada hace suponer lo que hay detrás.
¿Y qué hay? El abismo. Esto.
Me gustarÃa saber quien fue el ingenioso que puso allà la porterÃa, porque un chut desviado, un cabezazo que no acierta, un pase que se va a corner implica media hora para ir a recoger el balón al pueblo de abajo. Pero mira, no hay mal que por bien no venga, de tanto bajar y subir los que jueguen aquà deben tener las piernas como troncos de sequoia.
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