Ultimas de Carcassonne

Hale, vamos a darle carpetazo a mi paso por Carcassonne dando cuenta de lo chocante que me resultó lo que allí vi. Desde lo alto no parece nada especial, una ciudad de casitas bajas con parques y arbolitos.

Pero claro, uno no se conforma con vistas como la anterior, para conocer una ciudad hay que patearla y a eso vamos. Aparcamos por el centro y pies para qué os quiero. Un shock. Acojonadito me quedé. Esperaba grandiosidad y un casco urbano cuidado hasta el último detalle. Encontré unas calles que me recordaban a los barrios bajos de Portugal. Fijaros bien.

Si os digo que es una calleja bajando a la Ribeira de Oporto, cuela seguro. Seguimos caminando y más de lo mismo, casas pintadas en ese tono mostaza sucio mezclado con el polvo de las calles, paredes desconchadas, puertas del año de la nana, aspecto de pueblo en franca decadencia…

Del año de la nana o anterior era esta puerta de garaje sobada y resobada, despintada por abajo y con esas mirillas en forma de rombo.

¿Y qué decir de esta inscripción antigua en una columna a la que la han puesto parte del escaparate por encima e incluso la placa de la calle tapándola?

Lo dicho, que me llevé un sorpresón por lo que fuimos viendo. Evidentemente a eso de las nueve y media ya no quedaba ni el gato por la calle, algo que ya me esperaba porque me lo habían contado, pero para nada me imaginaba tanta acera rota con hierbas saliendo por el medio, tanta pared desconchada y demás. La famosa Cité medieval de Carcassonne muy bien, pero lo que es el resto de la ciudad… un bluff.