Seguro que con este tÃtulo más de uno ya está pensando en guarrerÃas, pero no, siento decepcionaros. ¿Qué tenemos un ancla y una boya marÃtima que pesan como muertos y no sabemos qué hacer con ellos? Los plantamos en un parque y asunto arreglado.
Con lo bonitos que son, lo que adornan y lo bien que quedan asà oxidaditos entre los bancos para merendar serÃa una pena no aprovecharlos, ¿verdad? Además si los pintarrajean, si los niños se suben encima, da igual porque no se pierde mucho. Y con ese peso seguro que no los roba nadie. Todo son ventajas, oiga.
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