Seguimos con el relato de un domingo cualquiera en la vida de un servidor, relato que comenzó aquà con la visita a la cueva de Covalanas y que continuó acercándome a Ramales de la Victoria para echar una ojeada al Palacio de Revillagigedo. Como ya he dicho cienes y cienes de veces, aquà Palacio no es un palacio de los de dorados, espejos y caballerizas sino más bien una casona que en su dÃa fue lujosa. Este tiene su miga, porque aunque el nombre sea rarito ya es casualidad que en Gijón haya otro que se llama igual. El aspecto exterior es este.
Con sus cablecitos cruzando, como no, que no me libro de ellos vaya donde vaya. El Palacio es del siglo XVI y lo reformaron en el XVIII. Parece hecho a base de poner dos torres laterales y unir luego el espacio entre ambas. Fue residencia de don Juan Francisco de Güemes y Horcasitas, el primer conde de Revillagigedo. Lo catalogaron como bien de esos culturales a conservar aunque debe estar bastante cascado porque lo han incluido en la «lista roja de patrimonio en peligro». No hubo nada que me hiciera pensar que es visitable pero parecÃa que estuviera habitado por detalles como las puertas modernas del bajo, los tiestos de la terraza, la antena de TV que se ve sobresaliendo del tejado en la primera foto, etc.
La parte trasera es sobria, anodina y con cero elementos a destacar. Otro detalle que sustenta la teorÃa de que ahà vive gente es la acometida de gas, ese cuadrado gris a ras de suelo del que salen unas tuberÃas hacia arriba.
Poco más que comentar. El cartel de delante conforme por aquà pasó Carlos V, que anda que no hacÃa turismo por la zona. A lo mejor es que también le gustaban las cuevas como a mi, y como en el Alto Asón hay más de dos mil es el paraÃso para quien disfrute internándose en cavidades.
Ah, sÃ, también un escudo en el frontal de cada torre de la fachada. Casi los mismos elementos que en el resto de escudos que suelo ver: yelmos, caras, sirenas… excepto uno, aquà no hay leoncitos como en Cartes. No sé con qué piedra habrán hecho el escudo pero le pasa lo mismo que a tantos y tantos otros que he visto por ahÃ, están como carcomidos, la piedra se ha ido deshaciendo. Seguro que este no llega enterito al año tres mil, claro que como no creo que esté por aquà para comprobarlo me preocupa entre poco y nada.
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