A mi me encantan los enanitos de jardÃn, qué le vamos a hacer, alguna fijación hortera tenÃa que tener. Pero como se suele decir, a todo hay quien me gane. Cerca de la playa de La Arena, entre Cantabria y Euskadi, hay una casa que deja mi afición en pelotilla picada.
Eso que véis no es la casa. ¡Es la casa de los enanitos! Tócate las narices con la construcción y con el decorado que han montado en el jardÃn.
Enanitos con rastrillos por aquÃ, enanitos sentados por allá, casas, torres, torreones, verjas, otro enanito asomado al balcón… la releche. Esto son horas, horas y horas de trabajo.
Como no, faltaba el enanito más gamberro «haciendo un calvo» a los que nos paramos a retratarlo…