Viva el óxido

Un día, a la búsqueda de la última letra del abecedario que me faltaba para lo del «Aquí, ahora, abecedario«, me hice un recorrido por la calle General Dávila por la que no suelo pasar excesivamente y en el número donde se suponía que debería estar el edificio que yo buscaba tan sólo encontré el de un organismo oficial, la sede del Instituto Cántabro de Servicios Sociales (ICASS).
Edificio en General Davila
Edificio muy majo, muy bonito, muy moderno, sobrio y elegante al que ya le han tenido que poner delante un invento de esos hechos con hierros oxidados que según parece deben estar o haber estado de moda porque aparecen donde menos te lo esperas. Se aprovecha al torre de ventilación de un parking, le ponemos encima unos listones de metal con una plancha vertical en plan pasarela de barco pirata y hala, a lucir por los siglos de los siglos porque a pesar de estar a la intemperie este no se oxida en la vida. No se oxida más, quería decir. En fin, a mi estas cosas me resultan feas con ganas pero no queda otra que irse acostumbrando. Paciencia.
Estatua oxidada

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