En una primera entrada describÃa mi paso por el museo y la neocueva de Altamira. Cuando salimos del edificio principal vi un camino enlosado por el que iba una parejita. Digo yo que si van por ahà algo habrá que ver… por lo menos espero que no vayan con intenciones de pegarse el lote y les aparezca yo de carabina…
En primer plano una placa con un par de bisontes esculpidos por Jesús Otero, el del museo de Santillana del Mar, junto con el tÃpico cartelote explicativo.
A continuación aparece una explanada con dos animales simulados. Aquà se hacen talleres neandertales, puedes probar las armas que usaban en aquella época tirando contra los bichos. A juzgar por los intentos que hacÃan los tres que estaban haciendo punterÃa no debe ser demasiado fácil. Desde unos diez metros de distancia fallaban por más de un metro. Uno de ellos debÃa ser el monitor del taller y en su mejor tiro le dio al ciervo en el hocico. Si comer dependiera de su punterÃa me parece que iba a pasar tanta hambre como el perro del afilador…
Anda, un edificio moderno. ¿Y esto para qué sirve? Según dice a la entrada aquà hay exposiciones temporales. Pues habrá sido en otro tiempo, porque hoy está cerrado.
Delante habÃa un pedazo monolito con placa conmemorativa a Marcelino Sáenz de Sautuola, descubridor de la cueva, aunque con el sol en lo más alto y justo a contraluz. Si no llega a ser por San Photoshop no se verÃa nada de nada.
¡Anda! La entrada a una cueva. ¿Quieres ver qué por aquà se entra a la Cueva de Altamira verdadera? Por supuestÃsimo, cerrado a cal y canto con barrotes en la puerta.
Será que en la época prehistórica ya habÃa normativa de seguridad en locales cerrados, porque la cueva tiene salida de emergencia por otra esquina. O eso, o que aquà se reunÃa la mafia de Vito Cromagnone y tenÃan otra salida disponible por si habÃa redada.
Ahora una reflexión en voz alta. Cuando vayáis a ver algo como esto, echadle una ojeada antes a un mapa, a un plano, a cualquier cosa que os dé un poco de información. Como un servidor iba en plan pachanga total ni me molesté en enterarme qué habÃa que ver por allÃ, asà que salà sin saber que esa entrada no es de la cueva de Altamira, sino de la Cueva de Estalactitas. En lo alto de una colina vimos una casa vieja con unos andamios por fuera y supusimos que estarÃan arreglando cualquier cosa. Ni me molesté en fotografiarla. Pues mira tú, es la «casa de 1924», la primera edificación destinada a la gestión de la cueva, Y la entrada a la cueva de verdad está justo al lado de la entrada de la casa. Patético lo mÃo, lo sé. Son las cosas de tener el dÃa vago.