Aprovechando las ocasiones

Preguntaba Fernando a cuenta de una de las ofertas que voy cogiendo en Oferplan, Groupalia y demás, si eran de fiar. Pues la verdad es que sí, todas las ofertas de papeo que hemos cogido nos han salido redondas y ya son unas cuántas, hoy os retransmito la última para que juzguéis si merece la pena o no.

El proceso parte de la aparición de una oferta interesante en una de esas webs de descuentos, como ésta por ejemplo. Papeo con buena pinta para dos, tres raciones y bebida quince euritos, siete y medio por persona. No está mal, me lo compro y allá vamos. El local queda justo en el estadio del Racing de Santander, tiene una parte interior y otra abierta en el exterior para aquellos enfermos cuya voluntad es tan débil que ni a un cigarrito son capaces de renunciar aún a sabiendas de que les está perjudicando.

Durante la cena íbamos a tratar una tema relacionado con la responsabilidad desde el punto de vista de la voluntariedad o involuntariedad de nuestros actos así que nos escogimos una mesita esquinada para no asustar el resto de comensales. Reiros, reiros, pero es verdad, todo empezó un día que le pregunté a la parienta porqué había hecho una cosa con el ordenador, ella me dijo «yo no fui» y de ahí ha surgido una historia que no veas con respecto a las responsabilidades derivadas de un acto involuntario, con explicaciones y exposiciones que van del qué pasa si yo te atropello porque estás detrás y no te veo al ¿y si yo saco una pistola, se me dispara sin querer y te mato?. Dicen que cuando el diablo se aburre, con el rabo mata moscas, pero si hubiera un abogado entre los lectores le agradecería contacte conmigo porque necesitaba un par de argumentos más ahora que casi la tengo convencida.

A lo que íbamos, primer plato. Ensalada campera, con su lechuguita, tomate cherry, queso manchego y jamón ibérico. De vicio. Tamaño respetable, bien aliñada, material rico, un buen comienzo.

Segundo plato, ración de croquetas grandotas de jamón. En realidad eran ocho, pero hubo dos que no llegaron a la foto. Impresionantes de buenas, además calentitas entraban que daba gusto.

Tercero, la Sartenuca la Tasca con patatas, huevo, gulas y gambas. La de detrás disfrazada de Chewbacca es la parienta, fijaros qué glamour, qué elegancia, lástima que para un día que saco el chandal de los domingos ella escoge una vestimenta que no casa con la mía.

Vista superior de la sartenuca, no está mal de cantidad y de sabor estaba muy rico. Tres de tres platos ya no aprobados, si no bordeando el sobresaliente.

Aunque no entraba en la oferta nos pedimos finalmente una de leche frita para los dos, que poco sitio quedaba en el buche pero para un dulce siempre se hace huequito.

Por comprobar si era verdad eso del 53% de descuento me cogí una carta y fui sumando los elementos que constituían el menú. Pues es cierto lo de los treinta y dos euros, lo cual debería darnos que pensar sobre la burbuja papeatoria. Si tal y como está el país los hosteleros piensan que queda mucha gente capaz de pagar cinco mil trescientas pelas por tres raciones y dos vinos, mal vamos…

Por supuesto no me podía a ir sin comentar algún detalle curioso del local. ¿Os acordáis de las botellas de anís, esas que en Galicia se usan para hacer música? Pues aquí sirven hasta como lámparas. Como se entere Ikea son capaces de sacarlas en el catálogo del año que viene como lámparas «Anisdel Monorj» o algo así.

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