Eso fue lo primero que me vino a la cabeza cuando eché una ojeada a las «chalanas» aparcadas o saliendo del puerto de Niza. Madre mÃa qué colección de barquitos más largos que un dÃa sin pan con banderas variadas de todo el mundo, Australia incluida. Si un motor fueraborda normal ya traga gasolina que da gusto, no me quiero ni imaginar lo que debe tragar esto y lo que le habrá costado llegar desde las AntÃpodas hasta el Mediterráneo. Claro que viendo el barquito y al personal a bordo dudo que les importe mucho el precio de la gasolina como a los que somos pobres. Bueno, ¿pero y yo de qué me quejo si ni siquiera tengo coche? Todo lo más de lo caras que van las suelas de los zapatos…