Muchos de los campos al lado de los que suelo pasar habitualmente se usan para producir hierba con la que dar de comer al ganado. AsÃ, cada dos meses más o menos dejan el prado peladito al ras y unos dÃas después brota de nuevo la hierba quedando como si fuera un campo de fútbol. Hay gente que tiene varios prados y los van pelando en orden uno tras otro. Tengo controlados tres o cuatro de tamaño notable, porque algo de lo que también hablaremos algún dÃa es que aquÃ, a diferencia de Galicia, casi no he visto minifundismo. No sé si es que habrán una concentración parcelaria o simplemente que no se lleva lo de dividir un prado en ciento dieciocho tirillas pequeñas y asimétricas.
Volviendo al tema, ¿y porqué me interesan los campos recién cortados? Porque es en ese momento cuando aprovecho los paseos con los perros para soltarlos en el prado y disfrutan que ni os lo podéis imaginar. Se ven de pronto en medio de una inmensidad verde como la de la foto y corre para acá, corre para allá, todo lo huelen, todo lo miran, buscan topos, saltan y se lo pasan como enanos. TenÃamos que aprender de ellos, les basta algo tan simple como estar libres en medio de un prado para ser de lo más feliz.
Pero no todo es tan bonito ni tan perfecto. Tras el recorte el prado queda verde y aprovechable, pero un buen dÃa toca abonado que consiste en regar el campo con purÃn, o lo que es lo mismo, mierda de vaca disuelta en poca agua. Y algo asà de verde:
Se transforma en algo asà de marrón y verde sucio. Evidentemente y por la cuenta que me trae, aquà no meto a los perros ni loco. Es más, se recomienda estar a barlovento porque como el viento pase por el prado antes de llegar a ti, ni os cuento cómo es la peste del «Eau de Purin».
Otras veces no abonan la totalidad del campo sino que van por trozos. Fijaros en esta foto, se nota bien por donde no hay que pasar ¿verdad?