Este año los de la empresa suministradora de gas para la calefacción deben estar jurando en arameo, porque venÃan dos dÃas de fresquito y antes de que la casa enfriara aparecÃan otros cuatro dÃas de sur con viento cálido, temperaturas superiores a los veinte grados, la gente en mangas de camisa y los radiadores en posición de descansen. Menudo otoño estábamos teniendo. Pero nada es para siempre, desde hace una semanita estamos con la ola de frÃo polar y su correspondiente bajada de temperaturas.
Claro, dÃas de calor eran dÃas de paseo, de dar una vuelta por la playa del Sardinero junto con toda la gente que cuando ve unos rayitos de sol se lanza a la calle a disfrutarlos. Yo y mis dos perritos, que últimamente no voy a ninguna parte sin ellos. Mal imaginaban ellos, acostumbrados como estaban a pasar la mayor parte de su tiempo en la finca de Tomiño, que iban a ver tanto mundo, tantas playas, tanta gente y tantos perros ajenos. Asà ahora en cuanto me ven abrir la puerta de casa o bajar al garaje se ponen como locos de alegrÃa pensando que ya es la hora del paseo. Si bajo cinco veces al garaje, cinco veces se vuelven locos de alegrÃa pensando que se van de paseo. TenÃamos que aprender de ellos y de lo poquito que necesitan para ser felices.
Ya veis que panorama: sol, luz, color, alegrÃa, incluso un señor de unos sesenta y pico años haciendo ejercicio en bañador.
No sólo ejercicios, al ratito entró en el agua y a nadar se ha dicho. Que envidia, oiga, mediados de noviembre y disfrutando de un chapuzón en el mar.
Yo me vine al norte pensando que ésto iba a ser cielo gris todos los dÃas, lluvia, fresco, viento, luz del sol escasos dÃas en invierno y mira por donde no lo es tanto. Al habla con una representación de los aborÃgenes me han comentado que notan cómo el tiempo ha cambiado hacia mejor los últimos tiempos. Pues nada, que dure, que dure…
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