Cutrescoping ®

Aunque desde que vine a Cantabria esté desocupado, no quiere decir en absoluto que esté parado. Entre los trabajos que me manda el señor (más bien la señora parienta), aprender por mi cuenta, hacer cursos, investigar, pensar en soluciones a problemas variados, etc, la cabeza no para y las horas corren que da gusto. Hay días que me acuesto con el cerebro aún revolucionado de más y me cuesta dios y ayuda dormir. Así salen a veces ideas verdaderamente curiosas. Por ejemplo, hay una especialidad de la fotografía llamada Digiscoping que consiste en acoplar un telescopio a la parte frontal de la cámara para aprovechar la capacidad de ampliación y obtener primeros planos, generalmente de animales, sin necesidad de acercarse. Dado que el precio del material necesario suele ser bastante elevado, es una especialidad que se escapa de mis posibilidades hasta que me toque la primitiva.

Hace un par de meses me apetecía tener unos prismáticos para llevar encima cuando voy de paseo por los prados y así ver más de cerca el bicherío, lo que no me apetecía era cargar siempre con otro trasto más. Echando una ojeada en ebay encontré un monóculo por unos ridículos cinco euros.

Ostras, técnicamente esto es lo que quiero, lo metes en un bolsillo y tan contentos sin el bulto ni el peso de los prismáticos. Pero por ese precio igual en vez de cristales tiene culos de vaso… pues mira, me voy a pedir uno por curiosidad y si no es muy allá se lo regalo al hijo del vecino que seguro le hace ilusión. Llegó el aparatito y aluciné, ¡si hasta se ve bien y todo! Acerca los bichos con sus diez aumentos, no pesa, ¿qué más se puede pedir? Pues si, algo más. Un día que llevé el monóculo y la compacta me di cuenta… coño, si el protector ocular que lleva el monóculo en la parte de atrás tiene el mismo diámetro que el objetivo de la compacta… hale a discurrir cómo hacer para unirlos y eso, señores, es lo que he bautizado como Cutrescoping® o lo que es lo mismo, Digiscoping para pobres.

Ahora vienen los ejemplos, las bocas abiertas y los murmullos de incredulidad. Ya mostré una vez Peña Cabarga, el monte más importante de los alrededores. Y esto es Peña Cabarga al máximo de ampliación que me permite la cámara compacta.

Una vez acoplado el monóculo a la compacta, ésto es el mismo monte con el zoom de la cámara a 28 mm. Parece la vista desde el ojo de buey de un barco dado que al funcionar como gran angular salen en la foto incluso las paredes interiores del monóculo.

Pero no era a lo anterior donde quería llegar yo, sino aquí. La cámara como teleobjetivo a 112 mm, el monóculo de diez aumentos delante y fijaros el potencial de ampliación. Como me decía mi madre, «lo que tú no discurras» (generalmente maldades)…

¿Problemas? La fotos anteriores las saqué a media tarde con el sol bajando, mejor probar otro día con más luz o irme a las marismas de El Astillero a retratar patos. La calidad de la imagen se resiente, algo normal cuando metes por medio un monóculo de cinco euros. Y dado que estás ampliando una barbaridad, cualquier movimiento de la cámara por pequeño que sea se ve amplificadísimo, así que mejor usar un monopie o un trípode pequeñito. Perfecto no será el sistema, pero me queda la satisfacción de haber hecho funcionar juntos los dos aparatillos y el entretenimiento de sacar fotos con él. Seguiremos investigando y seguiremos publicando por aquí los resultados.

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