Otra visita que tenÃa pendiente y nunca acababa de concretar era a la Biblioteca de Menéndez Pelayo, justo al lado del Museo de Arte de Santander (MAS). El edificio de la derecha es el MAS, el de la izquierda es la biblioteca.
Para quien no conozca al personaje, Marcelino Menéndez Pelayo nació en Santander y fue un cerebrito de la época. A los 22 años ya era catedrático en la Universidad Central de Madrid, a los 25 años académico de la Real Academia de la Lengua, luego académico de la Academia de Historia, de la de Ciencias Morales y PolÃticas, de la de Bellas Artes de San Fernando, bibliotecario de la Real Academia de la Historia, decano de la Facultad de Letras de la Universidad Central, director de la Biblioteca Nacional de Madrid, candidato al Premio Nóbel, diputado en Cortes y senador. Casi nada. También coleccionó libros, dejando a su muerte una biblioteca de más de cuarenta mil ejemplares que se puede visitar en Santander.
Una vez entras te ponen un video con la vida, obra y milagros de Menéndez Pelayo en una antesala de la biblioteca también repleta de libros. Algunos se nota que ya tienen sus añitos.
Finalizado el video pasamos a la biblioteca en si, que no es demasiado grande para lo que me esperaba. Unos quince metros de largo y unos cinco o seis de ancho, recubierta de maderas oscuras y llena de mesas para los investigadores que van a consultar las obras allà reunidas.
Entra luz natural gracias a las vidrieras de las esquinas y la gran vidriera del techo con su águila bicéfala. He de copiarle el diseño porque un pollo similar en el capó de mi Clio tiene que ser lo más de lo más. Si además le añadimos unas llamaradas entonces me queda un coche como para concurso.
Las paredes están recubiertas de estanterÃas y libros. Dos pisos completitos y allà no cabe un ejemplar más.
Finalizada la visita cruzas un patio lleno de estatuas variadas de la persona a quien va dedicado el edificio y entras en lo que fue su casa. La parte de cocina creo que ha sido reformada y se dedica a oficina, pero otras estancias permanecen igual que en aquellos tiempos. Este es el saloncito de la casa.
Esto, el despacho. Para ser quien era y tener la fama que tenÃa, no os vayáis a creer que abundan los lujos o las exageraciones, que va. Habitaciones de dimensiones normales y muebles sin excesos.
Los libros también se nota que son de época, aunque mucho más ajados y en peor estado que los de la segunda foto.
Un rinconcito con sillón sobre el que se puede ver un cuadro de la Virgen MarÃa y, atención, un cuadro de su profesor de matemáticas. La leche, ya hay que ser raro para tener en el salón un cuadro de un profesor…
Y el dormitorio, también bastante simple. Poco más habÃa que visitar asà que nos despedimos y tacho otro elemento más de la lista de visitas pendientes.