Mira, ya que ayer hablaba de cómo se me quedaron los ojos a cuadros mientras leÃa la explicación a la obra «Steinbuch» de Adolfo Schlosser, decir que es la segunda vez que me sucede algo asà últimamente. Visité una exposición en el Palacete del Embarcadero con el curioso nombre «¿Qué es un libro de artista?».
Muy simple: es un libro hecho por un artista, asà que el concepto de «conjunto de muchas hojas de papel u otro material semejante que, encuadernadas, forman un volumen» pasa a un segundo plano para dejar lugar a libros desplegables, redondos, con recortes, simulando un periódico y muchas otras invenciones salidas de la mente de un ser creativo. Pero no fueron los libros lo que más me llamó la atención. En la pared, una retahila de frases de artistas reconocidos. La primera de Yves Klein ya me dejó la neurona en stand-by.
A su lado estas palabras de Augusto de Campos casi consiguen que mi cabeza repitiera los movimientos de la niña del exorcista. Menos mal que llevaba la neurona anestesiada o se le funden los plomos al llegar al punto final.