Bicherío vario (II)

Antes de nada, primera novedad. Al potrillo de la entrada anterior le ha llegado un primo, y yo encantado porque ver a estos bichos triscando y retozando me gusta un montón.

Como comentaba hace unos días, aquí se ven un montón de aves rapaces, bien sea volando en lo alto, o en los árboles, en los cables de la luz o el teléfono, seguro que no tarda en aparecer alguno. Este estaba dormitando en un árbol de Potes mientras paseábamos y desde lejos se dejó retratar bien.

En cuanto me quise acercar el pollo se las piró rápidamente, disparé a la buena de dios y aunque la foto no sea una maravilla porque sabe dios dónde estaba apuntando la cámara, por lo menos queda el hecho histórico reflejado.

Por último vamos a la sección gore, que no puede faltar. Cerca de mi casa hay un prado por el que suelo soltar a mis perros para que corran y desfoguen un rato. El sábado pasado veo a uno de ellos persiguiendo algo. Me acerco y era un ratoncillo de campo. Foto, por supuesto, como está mandado.

Por ver qué pasaba dejé que el perro se acercara un poco al ratón y cuando me quise dar cuenta, tan sólo asomaban el rabo y una pata de la boca de mi chucho. ¿Pero serás tío guarro? ¿Para eso te compro comida de primera, para que luego vayas comiendo ratones por ahí? A ver si el bicho este va a ser primo de Mickey Mouse y nos mete Disney una demanda millonaria… Acerqué la mano a la boca de mi perro para forzarlo a soltar el animalico y el muy jodío del ratón con la pata que le quedaba libre me pegó un arañazo en un dedo que hasta me hizo sangre… ay dios, qué asco, a ver si ahora voy a pillar la tularemia o una enfermedad de esas que pillan los Wilson Fernandes de los correos spam por beber de latas donde mearon ratas… recordé las enseñanzas de Frank de la Jungla cuando le pica una serpiente así que apreté bien la herida para que sangrara a gusto y luego un buen salivazo, que según el hombre éste es antiséptico. También dijo una vez que o eso, o mear en la herida, pero no me pareció procedente sacar el aparato en medio del campo para mearme en un dedo, principalmente porque hasta los árboles tienen ojos, te ve un vecino y luego todo son murmuraciones infundadas. De haber llevado una navaja o cuchillo conmigo podía haber usado el recurso de las pelis de vaqueros en caso de víbora: tajazo y chupar el veneno, aunque sabiendo lo escasamente habilidoso que soy con un cuchillo en la mano podía ser peor el remedio que la enfermedad. Cuesta lo suyo explicarle a la parienta porqué tú vuelves a casa un un dedo de menos y el perro con un ratón de más.

Resumiendo: tras la cura de urgencia, a día de hoy el dedo sigue entero sin mas signos que tres rasponazos con lo cual parece haber sido suficiente el tratamiento aplicado. Eso si, moraleja, el próximo ratón que trinque mi perro, con su pan se lo coma que yo no vuelvo a mediar por nadie.

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