Poquito me queda ya por mostrar de la visita que le hicimos al claustro y la iglesia que hay en la colegiata de Santillana del Mar tras las dos primeras entradas, asà que hoy toca ver esas fotos que van quedando sueltas con los últimos detallitos. Lo primero el órgano, en la esquina de la iglesia opuesta al retablo. En la entrada anterior se veÃa foto de un libro grandote estilo incunable. Ese libro es lo blanco que se adivina detrás de las rejas y en la parte superior está el órgano.
Del retablo tan sólo comentar que no me pude ni acercar debido a esos cordones de seguridad en las escaleras. Fijaros en los muñecos con estrellita incorporada que hay sobre ese soporte de forja en la parte superior de las columnas.
Más detalles variados: el claustro, las columnas y si os fijáis, donde se apoya el arco hay una escultura con motivos variados, distintos en cada una.
A esto me refiero, aquà se ve un dragón, a su derecha un bicho con patas y en la columna de la izquierda un angelote con sus alas desplegadas.
No quiero ni pensar la de trabajo que deben llevar estas columnas y la práctica que hay que hacer para que salgan a la primera, porque en esas épocas no habÃa maquinaria más especializada que las manos del maestro cantero y no podÃan permitirse meter la pata (mejor dicho, el cincel) y romper un trozo, que el Loctite apareció muchos años después.
Una vez en el exterior me fui fijando en las tejados y por la parte trasera de la colegiata, la que da a la Plaza Las Arenas, está repleta de mis queridos canecillos. Montones y montones de muñequitos en los soportes del tejado.
Algunos en buen estado, otros como el de la izquierda bastante hechos polvo. Algunos mostrando bichos, algunos mostrando personas como ese contorsionista, que está en una posición poco menos que imposible. Espero que el cantero que lo esculpió lo hiciera de memoria, porque si necesitó poner horas y horas a un modelo asÃ, pobre hombre, como le quedarÃa la espalda.
Cabras con sus cuernos de reglamento, bichos mordiendo sabe dios qué, algo como una lagartija y la parienta asombradÃsima al comprobar nuevamente la fascinación que ejercen sobre mi estos muñecos esculpidos. Suerte que siempre hay alguna tiendita cercana donde se puede entretener, porque me pongo a ver canecillos y me pasan los minutos volando.