En Galicia, entre semana yo comÃa siempre fuera de casa y generalmente en abundancia. La parienta comÃa en casa pero llegaba tardÃsimo y picaba lo primero que encontraba. Comilonas de fin de semana para alimentar al blog, eventos y demás, asà estábamos siempre con un ojo en la báscula porque nada que te despistaras te ibas unos kilos arriba. Llegados a Cantabria, por curioso que parezca estamos papeando más cantidad y cosas más potentorras (piernas de cordero, chuletas enormes, cocidos montañeses, etc), sin embargo mantenemos el tipo sin problemas. Probablemente sea porque de momento me encargo yo de la intendencia y procuro que comamos variado a lo largo de la semana, mucha hortaliza y verdura, uno o dos dÃas carne, uno o dos dÃas pescado, algún dÃa suelto pasta, etc. Y claro, viendo que el peso se mantiene aprovechas para darle a los postres que es la alegrÃa de la huerta. Con tanto paseo como doy con los perros, allá donde voy hago alguna paradita y me traigo combustible del bueno. Por ejemplo en Liérganes. Veo unas cañas de crema y vengan unas cuántas que siempre son bienvenidas.
Nueva vista a Casa Juan a por rosquillas. Fui justo el dÃa después de la huelga general y me comenta la chica que me atendió que no les quedaban, habÃan hecho un montón pero el dÃa anterior con la huelga tuvieron avalancha de visitantes y se quedaron sin ninguna… Pues si no hay rosquillas, bienvenidas sean las pastas con harina de almendra, que con un café bajan que da gusto.
Pastas de almendra primero y «cocadas» después, que tampoco se les hacen ascos.
Y asà sucesivamente. Cuando la palme, mi epitafio será mi «leiv motiv» actual: allá donde fueres come y bebe lo que pudieres.
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