Este fin de semana tocó movida de cuidado, o lo que es lo mismo si lo traducimos al castellano, un tute de impresión. Invitaron a mi señora parienta a un evento en Madrid organizado por unas amigas, asà que ya podÃa darme por jodido, poner buena cara y prepararme para hacer kilómetros, que toda resistencia en casos como éste es inútil y tan sólo sirve para retrasar lo inevitable. El sábado a media mañana cogimos carretera y manta y enfilamos dirección sur. Por Cantabria el tiempo estaba bastante feo, lluvia por la costa y nieve pasando Reinosa. A partir de Burgos se aclaraba el cielo y en Madrid frÃo pero sin lluvia, que siempre es de agradecer. Esa silueta de ciudad es inconfundible, sobre todo por los cuatro mamotretos que han plantado ahà en medio…
Por supuesto me perdÃ… me pierdo en el pasillo de mi casa, asà que en Madrid no iba a ser menos. TenÃa que ir al lado de calle Serrano y aparecà al lado del estadio del Rayo Vallecano, que creo que no están lo que se puede decir pegaditos la una al otro. Ignominiosamente reconozco que hube de solicitar ayuda al GPS que tiene mi teléfono y me llevó directo a la calle Villanueva, a pie del chiringuito. Mira qué bien, ya he rentabilizado los nueve euros que me costó.
El evento era una presentación de varias marcas de ropa, varios diseñadores y no sé cuántas cosas más, en una discoteca llamada «AlegorÃa», con desfiles y todo eso. Yo a lo mÃo, que es entretenerme sacando fotos hasta la hora de pirarse.
Un ratito nos acercamos a Serrano y Ortega y Gasset, un par de calles llenitas de tiendas de lo más florido y hermoso (Chanel, Loewe, Tifanny’s, Carolina Herrera, etc), de esas que vuelven loca a la señora consorte. A mi que me encanta caminar de noche y de paso sacar fotos, iba todo contento respirando ese aire frÃo y aprovechando para ejercer de «Alfredo Landa va a la capital».
Al dÃa siguiente nos propusieron un brunch mañanero en Villaviciosa de Odón, invento consistente en que desayunas bastante tarde y te pones de comida hasta las trancas, con lo que se te quita el hambre hasta la hora de la merienda o más allá. El lugar escogido era en el Café del Infante, también conocido por ser la Casa Palacio de Manuel de Godoy. Impresionante. De pelÃcula. Buffet libre, comes, comes, comes y vuelves a comer, tortillas, revueltos, migas, gulas, fiambre variado, quesos de varios tipos, bollerÃa, roscones, tartas, tostadas, zumos… ¡¡¡y todo por siete euros cada uno!!! Si llego a tener algo de esto cerca de casa, desayunarÃa allà todos los fines de semana. No hay foto porque estaba tan ocupado comiendo como loco que ni se me acordó…
Vuelta a Cantabria, justo cuando vemos el primer cartel «Comunidad de Cantabria» empieza la lluvia fina. Ya es casualidad, ya. Llegamos a nuestro destino, salgo de la autovÃa por el carril de deceleración, piso el freno y… nada. Como quien pisa una piedra, ¡¡¡sin frenooooooos!!! Venga a reducir a lo bestia, tiro del freno de mano, piso el pedal a ver si aquello resucita y el coche se fue parando poquito a poco. Debió cascar algo en el servofreno durante el viaje, como por la autovÃa prácticamente nunca toco el freno ni me enteré, pero al llegar al carril de deceleración vaya si me di cuenta, menudo susto. Si llego a encontrarme una retención por el camino igual me los como enteritos, menuda suerte tuve… total, que aparqué el coche como buenamente pude, llamada a la grúa que nos dejó en casa, el coche al ladito del taller y hoy a ver qué me cuentan, vayámonos preparando para el sablazo. Diez años sin dar la lata, algún dÃa tenÃa que cascar algo… por cierto, que menuda práctica estoy cogiendo en lo de esquivar a la muerte, primero con el barquito en verano y ahora ésto… esperemos que conmigo no se cumpla aquello de «a la tercera va la vencida».
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