Pues sÃ, asà como suena. Quien me lo iba a decir, me gustó y hay ganas de repetir… tengo que revisar el árbol genealógico de la familia a ver si hubo algún hombre-lobo de estranjis porque nunca me lo hubiera imaginado. Me explico, por cuestiones de las ocupaciones de mi parienta nos llevaron a comer a un local abierto hace poco llamado «La Taberna del Herrero«, cerquita del Museo de Arte de Santander. De primero una sopita castellana, con lo desapacible que estaba el dÃa sentó de maravilla.
De segundo quesito caliente para untar en rebanadas de pan, con nueces y «orejones». Yo, salivando como los perros de Pavlov. Pero qué bueno estaba todo. Menudo descubrimiento este local.
El siguiente… un steak tartar. Trocitos pequeños de solomillo crudo con especias y otras cosillas mezcladas. En principio da un poco de impresión eso de comer carne cruda, pero mira, sorpresa lo bien que sabÃa. Fuertecillo, especiado, textura blandita, oye, que picas un poquito, luego algo más, más y más y ya no puedes parar. Un hurra para el cocinero porque menudo artista está hecho.
Aún nos faltaba el postre, tarta de queso con mermelada de frutas del bosque por arriba también de sobresaliente. Todo eso regado con un vino casero que entraba de miedo. No es por pelotear, pero pocas veces salgo tan a gustito de un local como salà de aquÃ. Habrá que planificar la próxima visita, que se lo merece.