Después de ver un Cristo calvo en una iglesia de Burdeos, otro con peluca dorada en la catedral santanderina y las barbaridades en cuestión de proporciones con las que me deleitaban los portugueses, francamente, ya me puedo creer cualquier cosa, lo cual no quita que visitando la catedral santanderina pegara un bote cuando vi un cuadro ¡de Cristo con corbata!
Me acerqué algo más, acostumbré los ojos a la situación de semipenumbra que rodeaba a la pintura y pude comprobar que no, fallito mÃo, no es una corbata sino una cuerda rodeando la cabeza, se supone que representa el momento en que se lo llevan a crucificar. Eso si, el susto de la primera impresión no hay quien me lo quite ya.